Los viajes que realizaremos este verano aprovechando nuestros días de vacaciones serán una manera estupenda de abrir nuestra mente y una potente herramienta de desarrollo personal. Para que así sea, tenemos que huir del modelo de turismo que tristemente es cada vez más presente en los medios de comunicación, y que se basa en la explotación indiscriminada de los recursos locales y que acaba con el agotamiento de la paciencia de los lugareños, para dirigirnos a otras formas de turismo más beneficiosas tanto para residentes como para los visitantes.
Si ya practicamos la sostenibilidad escrupulosamente durante todo el año, poniendo mucho cuidado en qué, cómo y dónde consumimos, no hay razón para dejarla guardada en un cajón hasta la vuelta de las vacaciones; al revés, tenemos que llevarla con nosotros adonde sea que vayamos: es el llamado turismo sostenible o sustentable.
En pocas palabras, se trata de no centrarse sólo en el disfrute personal del turista para tener también plenamente en cuenta las consecuencias futuras (económicas, sociales y medioambientales) del turismo, con el fin de garantizar su sostenibilidad a largo plazo. Como muchas veces pasa, un aspecto no se puede desvincular de otro, sino que todo está conectado: por lo tanto el verdadero turista sostenible no sólo es respetuoso con el medio ambiente sino que también con los valores sociales y culturales de la comunidad a la que visita.
Se ha escrito mucho sobre el turismo sostenible y los aspectos a tener en cuenta son múltiples. Por esta razón hemos resumido, a modo de pequeños consejos, los tres aspectos generales que no permitirán convertirnos en unos turistas 100% sostenibles.
- Aunque incluidos en el precio de nuestra tarifa de hotel o alojamiento, los recursos energéticos como agua y electricidad no pueden ser derrochados: hay que utilizarlos con la misma moderación que aplicamos en nuestra propia casa.
- Hay que procurar generar la mínima cantidad de residuos, deshacerse de ellos de la forma adecuada (aplicando las 4R de la ecología, es decir rechazando el sobreenvasado, reutilizando lo que se puede, reciclando correctamente y repitiendo incansablemente!) y causar el menor impacto posible tanto en ciudades como en ecosistemas más delicados: que nuestra presencia casi no se note.
- A la hora de comprar regalos o souvenirs, procurar que sean expresión de la cultura local: de este modo apoyaremos la artesanía el comercio local y evitaremos traer a nuestros familiares y amigos productos masificados. Imprescindible rehusar si nos ofrecen adquirir flora y fauna protegida y productos derivados de ellas, y no sustraer partes de bienes considerados patrimonio cultural o natural.
Y ahora…¡a disfrutar del verano!